El estrés es una respuesta del organismo ante un estímulo, físico o psíquico, que nos genera una necesidad de readaptación. Debemos tener en cuenta que en pequeños episodios puede ser positivo, como cuando ayuda a evitar el peligro o cumplir con una fecha límite, pero cuando el estrés perdura en el tiempo puede ocasionar graves daños en la salud (desgaste mental: irritabilidad, dolores de cabeza, insomnio, etc..  y físico: tensión muscular, problemas digestivos, mareos, etc…). 

Cuando el estrés se prolonga en el tiempo y forma parte de nuestro día a día constantemente generamos una tensión física y emocional excesiva, es decir, reaccionamos ante cualquier estímulo como si estuviéramos frente a una amenaza, independientemente de que dicho estímulo sea bueno o malo puesto que ya no somos capaces de identificarlo.

Un nivel normal de estrés es considerado como algo sano e incluso positivo puesto que nos ayuda a estar preparados para reaccionar ante algo, nos mantiene alerta. Los seres humanos estamos expuestos permanentemente a diferentes tipos de estímulos y, como es lógico, no podemos reaccionar de la misma manera con cada uno de ellos. 

Tenemos que ser capaces de tomar medidas preventivas que nos ayuden a no llegar a situaciones límite, es por ello, que la práctica de un deporte, llevar una dieta equilibrada, no excedernos en las horas de trabajo o estudio, dormir las horas necesarias (mínimo entre 6 y 8 horas), tener días de desconexión o llevar una vida organizada, entre otras, puede contribuir al equilibrio de nuestro cuerpo y nuestra mente. Sin embargo, aunque en ocasiones hagamos todo ello seguimos teniendo dificultades para superar el estrés y, es por esto, por lo que deberíamos acudir a un profesional que nos facilite las herramientas para que podamos llevar una vida plena.